Decir que las grandes ciudades son casi inhabitables por el estrés en que se vive es uno de esos lugares comunes que casi todo el mundo repite, como si de una verdad universal se tratase. Y es cierto que el ritmo de vida en las urbes del siglo XXI puede llegar a ser muy acelerado, pero no todo es negativo. Vivir en una gran ciudad europea como Madrid, Barcelona, Roma, Londres o París tiene también muchas y muy variadas ventajas, sobre todo en lo que concierne a la oferta cultural y de esparcimiento disponible todos los días.
Uno puede acabar cansado de trabajar y saturado del tráfico y el trasiego de gente, pero al llegar la noche, y sobre todo en fin de semana, se puede hacer casi cualquier cosa, tanto en solitario como con familia o amigos. Salir un rato al cine en Barcelona a ver la última película de estreno o a ver una obra de teatro o una exposición, pasear por las Ramblas y acabar cenando en un restaurante con vistas al mar, puede ser un ejemplo fácil de un plan de tarde-noche para un día cualquiera en la Ciudad Condal, y ni siquiera hay que esperar a que llegue el viernes o el sábado para ponerlo en práctica. Ni que decir tiene que además entre semana los lugares como los museos son muchos más cómodos de visitar y hay que hacer menos cola para entrar en cualquier otro sitio que normalmente un fin de semana estaría a tope de gente, tanto residentes como sobre turistas.
Irse al campo a desconectar en vacaciones está bien, y de hecho es muy recomendable, pero seguro que muchos acabarían echando de menos el ajetreo, el bullicio y el dinamismo de las grandes ciudades. La posibilidad de cambiar de piel cada día (y cada noche), de experimentar sensaciones diferentes y de no dejar nunca de aprender cosas puede llegar a ser algo realmente adictivo, aunque de vez en cuando necesitemos una válvula de escape en forma de retiro espiritual voluntario. En saber equilibrar ambas facetas, la dinámica y la calmada, está la sabiduría de quienes pueden disfrutar a tope sin importar ni dónde, ni cómo. Y probablemente sea lo mejor, ¿verdad? ¿Qué opinas?